En el marco del proyecto de descripción, conservación y difusión del patrimonio bibliográfico, documental y de tesis que posee la Sala Patrimonial Tulio Ospina Vásquez de la Biblioteca Hernán Garcés, de la Facultad de Minas, queremos hacer un homenaje a aquellos entrañables compañeros los libros, las revistas y las tesis que elocuentemente han acompañado generaciones de estudiantes y profesores de nuestra Facultad y Universidad.
Estos acervos que conocemos bajo el rótulo de patrimoniales, llegaron a nuestra Universidad en décadas anteriores a través de importaciones, las cuales eran distribuidas por librerías locales y nacionales o provenientes de la producción científica y técnica del país, y de la mano de generosas donaciones de profesores o benefactores de todo tipo, para tener como destino final nuestra biblioteca y dar así testimonio, con el transcurrir de los años de nuestros intereses e inquietudes científicas, pero también como testigos silenciosos de nuestros olvidos, de la desidia y de la falta de recursos para mantenerlos y conservarlos como lo merecen.
A través de este recorrido queremos invitarlos a que se detengan en esta pequeña muestra y exploren todas las posibilidades que ofrece esta importante colección. En ella, no sólo encontraran magníficamente descritos los distintos desarrollos científicos y técnicos que han motivado todas y cada una de las ramas del conocimiento que nos representan y que por generaciones han quedado plasmadas en esta colección, sino también el valor artístico y técnico que ofrecen todos y cada uno de estos preciosos objetos. Son los clásicos, los puntos de referencia y por qué no, los hombros desde los cuales nos hemos apoyado para crecer como comunidad académica.
Las revistas especializadas, tienen ese otro universo que periódicamente llegaban a renovar, para ponernos al tanto de los adelantos científicos, técnicos y de investigación desde las latitudes más cercanas o propias, hasta las más lejanas; tiene también un lugar en sala. Un caso especial lo ofrece nuestra colección de tesis. A partir de éstas podemos vislumbrar las inquietudes y las formas como resolvimos los desafíos personales y sociales como comunidad académica, a través de las cuales se ha buscado darle solución a los desafíos que constantemente nos impone la realidad.
Estos acervos se formaron en nuestra biblioteca para resolver problemas prácticos, para hacer parte de los días de clase, ser citados o parafraseados asiduamente, en fin, tuvieron como destino ser los materiales de trabajo en las aulas, los laboratorios y las salidas de campo. Semestre a semestre fueron consultados por los estudiantes. Estos podían ser copiados, respetados y acariciados; procurando que en este contacto fiel y devoto su información fuera entregada, comprendida, descifrada, cuestionada y seguida asiduamente. En esa simbiosis, fueron adorados, deseados y por qué no, superados por los rigores persistentes del entendimiento.
A veces la suerte no los favorecía. Algunos fueron rayados, mutilados o maltratados furtivamente hasta perder casi su forma. De vez en cuando, fueron mal ubicados o escondidos por aquellos que querían un amor exclusivo; o expuestos a la luz o la oscuridad donde podían ser presa fácil, para ser devorados pacientemente por insectos o roedores. Estas situaciones ocurrieron; no ha sido una constante, pero se han dado. Esta también es la historia de los libros.
Muchos se han perdidos por diversas razones, los que permaneces aún, se pueden presentar a primera vista como frágiles, solidos, íntegros, sobrios o hermosos, como si fueran venerables ancianos. Cuando un conocedor los aborda, éstos se pueden exhibir incuestionables, indescifrables a primera vista; otros a medida que se exploran, son generosos como desde sus primeros días, así sus argumentos, demostraciones y descripciones ya parezcan superados. Esta historia merece ser contada, observada y conocida. Los invitamos a dejarse enamorar de estos preciosos objetos. El legado, la herencia, el patrimonio documental, nuestra identidad como Universidad Nacional de Colombia y como Facultad de Minas.
A medida que nuestra Facultad crecía en número de alumnos y profesores y en sus aulas, laboratorios y salidas de campo estas ramas del conocimiento se sumergían en sus propias inquietudes y espacialidades; comenzaron a llegar poco a poco a la biblioteca los libros, los manuales, las revistas científicas, los diccionarios, los atlas y toda suerte de mapas y planos indispensables para la realización de las labores, tanto de los docentes como de los estudiantes.
Al lado de este enérgico devenir académico un pequeño grupo, casi siempre de manera anónima, y bibliotecarios, estaban prestos a catalogar todos estos materiales, para que estuvieran al servicio de quienes los solicitaban.
A partir de un sistema alfabético por materias, eran marcados y en fichas consignados manualmente sus señales de identidad. De manera ordenada, eran guardadas en muebles o ficheros que facilitaban la labor a los empleados, como a los usuarios.
Todas estas señas de identidad para la recuperación y el préstamo le agregaron aún más a la biblioteca la solemnidad propia de los lugares de conocimiento. Este laborioso trabajo, casi infinito, era la marca de identidad de una biblioteca especializa que con el tiempo y el concurso de especialistas, profesores y alumnos, fue identificando estos materiales para llamarlos en su conjunto, colección patrimonial.
Han quedado en el pasado estas prácticas y artefactos del que hacer bibliotecológico. Estos han sido remplazados por un sistema de información moderno y eficiente que permite su descripción y recuperación a través de los códigos de barras, el internet para la consulta y los dispositivos de seguridad para activar su préstamo de manera electrónica.
Nuestros acervos patrimoniales conservan aún rastros de esa historia, de esas otras maneras de organizar la información. Salpicados con una variedad de sellos a lo largo de su existencia y en sus respaldos adheridos con bolsillos para contener las fichas de ubicación e identidad, que pueden darnos aún una idea de quienes los consultaban y cómo se contralaba su uso.
Detrás de estas marcas y señas, existió una ya olvidada cantidad de empleados que los catalogaron y dispusieron, como hoy también lo hacen, por título y autor para poderlos invocar.
Tenerlos entre las manos y hojearlos delicadamente para que ellos, desde la textura de sus lomos, y encuadernaciones nos trasmitan los colores del pasado. Algunos modestos como siempre, exhiben su uso. En sus lomos y encuadernaciones de cuero con letras doradas y repujadas hacen alarde de su noble origen. En su mayoría, ya desgastados, anuncian su identidad en idiomas distintos al nuestro. Cuando los ojeamos desprevenidamente y con todos los sentidos, nos cuentan historias. Desde sus entrañas saltan gestos y acciones repetidas relacionadas con su uso y sus primeros dueños, cuando fueron el material de algún profesor o residieron en alguna biblioteca personal. Nos hablan de los materiales de que están hechos; las diversas texturas de que están conformadas sus páginas, anexos y encuadernaciones; así como todas las trasformaciones físicas por las que han pasado: deterioros, mejoras, adiciones, restituciones.
Sus olores particulares dan cuenta de los procesos discretos e infalibles de su química, según su composición y características. Las sombras que les han dejado la luz y los contornos marcadas por los años estáticos, en lugares poco recorridos entre los estantes, debido a la baja consulta, constituyen una de las tantas marcas que pueden ostentar.
Las casas editoriales afincadas en los grandes centros de conocimiento del momento como Londres, New York, Paris o Berlín se presentan en las portadas a través de una imagen que las resumen. En estas encontramos toda suerte de diseños que evocan animales fabulosos, objetos simbólicos de la ciencia y la técnica. Estas pequeñas imágenes, dignas de ser vistas bajo una lupa, demuestran las calidades de las impresiones. Eran la puerta de entrada al prestigio editorial que representaban. Muchas de ellas ya desaparecidas, constituyen un testimonio de aquellos que publicaban y pertenecían a los circuitos de la difusión científica del momento.
Las notas escritas en caligrafías y tintas diversas, los subrayados anónimos y a veces ilegibles, las firmas de propiedad, autógrafos, dedicatorias, sellos, mutilaciones y dobleces de la vida del papel. El polvo que se niega a ser desalojado, la desintegración de las fibras que los contienen (lomos y pastas), las manchas de desconocida procedencia. En fin, todo aquello que nos cuenta su trasegar silencioso, los convierten en objetos de admiración por su persistencia y permanencia física.
Un caso especial nos lo ofrecen las tesis. Ellas constituyen uno de los acumulados de excelencia de nuestra institución, simbolizan los esfuerzos personales, familiares y científicos de hombres y mujeres que se entregaron a la disciplina del estudio, la reflexión y la solución de los problemas, en procura de mejorar las condiciones sociales de nuestro entorno. La estadística nos brinda una mirada general sobre su producción. De las 133 tesis registradas del año de 1899 al 1943 observamos que el periodo de mayor producción fue el año de 1940 con 17 tesis; momento en el cual se materializó la incorporación de la Escuela Nacional de Minas a la Universidad Nacional de Colombia, a partir del Acuerdo Nº 5 de 1940.
Con respecto a los temas generales abordados durante este primer siglo de labores, sobresalen los trabajos relacionados con explosivos, estructuras, pavimentos, administración, aguas, edificios, ferrocarriles,puentes e instalaciones sanitarias. Este último tema pone en evidencia una preocupación de los profesores y estudiantes para, a través de estos trabajos, mejorar las condiciones de salubridad en el ámbito público y privado de nuestra región.
En estos documentos técnicos y misionales de la Facultad, quedaron consignadas, antes que fueran presentados en otros formatos distintos al papel, las orientaciones y el trabajo conjunto de directores de tesis y estudiantes. Son los elementos tangibles y el legado que las generaciones de profesores y alumnos nos han transmitido. Las correspondientes a las primeras décadas del siglo XX, mecanuscritas en papeles tan delicados, que parecen alas de mariposa. Muchos de estos trabajos tienen adheridas fotografías, a través de las cuales son representadas todo tipo de máquinas, planos, paisajes, esquemas e instrumentos, o simplemente fragmentos de papel recortados que cumplían la labor de ilustrar o explicar los contenidos. Fórmulas matemáticas y sus correspondientes demostraciones realizadas a mano con tintas y caligrafías variadas, en un momento, donde los recursos técnicos para la elaboración y copiado de textos e imágenes eran costosos y tecnológicamente simples y en muchas ocasiones no estaban disponibles en nuestro medio.
Uno de los aspectos más encantadores de estas publicaciones, reside en la infinidad de imágenes y técnicas que se presentan. Desde el mundo natural; como fragmentos de rocas, cristales, paisajes, hasta artefactos y máquinas de los más diversos temas relacionados con experimentos de laboratorio y descripciones técnicas de su funcionamiento. A lo anterior habría que agregarle planos, croquis, mapas, cuadros y tablas. Son pues, como se ha venido ilustrando, una ventana que nos procura el entendimiento sobre cómo se observaba la naturaleza y sus fenómenos, en un momento de la enseñanza y el aprendizaje en nuestra Universidad, cuando los recursos didácticos tenían en los libros, revistas y tesis, sus mejores aliados.
Como si se tratara de un cuerpo que clama ser curado, nuestro patrimonio ha comenzado a ser sanado de las heridas propias del tiempo. Los ojos atentos y expertos evalúan su estado para decidir si aquellas lesiones, propias de materiales frágiles y del uso en el tiempo, merecen ser intervenidas. La mano paciente y cuidadosa, pródiga en habilidad, limpia profunda y pacientemente hasta retirar todos aquellos elementos ajenos a su integridad original.
La reciente piel que resurge permite ver la nueva dignidad adquirida luego de años por el deber cumplido. El uso propio que dejaron las múltiples manos que los sujetaron, cuando al unísono ojos y mentes los recorrieron en tono de interrogación, hoy se están transformando poco a poco, en un acervo con más presencia, pues a medida que recobran su dignidad, vuelven a estar más vigentes que nunca.
Gracias a procesos como la hidratación de sus páginas, la recomposición de sus vestidos originales: lomos, cubiertas y portadas; la armonía de estos cuerpos constituidos de miles páginas, sembradas a intervalos de fórmulas, cuadros, ilustraciones, fotografías y esquemas, nos aseguran la posibilidad de mirarnos a nosotros mismos como universidad ante la sociedad, pues aún tienen muchas preguntas que respondernos, especialmente cuando recorremos aquel sendero mágico del pasado, el presente y el futuro.
Larga vida a nuestro patrimonio.
¡Enhorabuena!
Dolly Montoya Castaño
Rectora
Juan Camilo Restrepo Gutiérrez
Vicerrector de Sede
Claudia Patricia García García
Directora de investigación y extensión
Sonia María Valencia Grajales
Jefe División de Bibliotecas
Jaime Alberto Gómez Espinosa
Elaboración y redacción
María Mercedes Bastidas Naranjo
Diseño y fotografía