Alto de las flores.

Presenta la estudiante Nataly Marin Quiceno: Los primeros seis años de mi vida los vivi en una finca, en una casa grande con mas de cien años, con tejas oscuras y piso de madera que cruje al caminar, con puertas grandes, corredores, geranios colgando y barandales de macana. La finca, ubicada en un alto, desde donde se observan los Farallones del Citara, y en el limite entre Andes y Jardin al suroeste antioqueno. Fue el primer espacio que habite. El 26 de noviembre de 1999 en las horas de la noche, guerrilleros del ELN tocaron la puerta roja y al no recibir respuesta entraron a la fuerza y nos sacaron de nuestra casa a mi hermana, mi madre y a mi. Nos llevaron en un carro por la carretera que va a Riosucio, despues de muchos kilometros bajamos del carro y caminamos algunas horas entre rios, arboles y potreros. Llegamos a una casa muy vieja y alli dormimos. Al dia siguiente, siendo el cumpleaños de mi madre nos separaron de ella y decidieron dejarla secuestrada.Los cinco meses del secuestro de mi madre vivi en mas de siete casas diferentes, saliendo y entrando, el comienzo de un movimiento constante por lugares no mios pero con los cuales me logre identificar de manera vital y que se convirtieron en parte de mi memoria. Posteriormente al regreso de mi mama nos fuimos de Jardin, en mi caso definitivamente. El primero de los grandes cambios fue una finca inmensa en el municipio de Sahagun. La sabana cordobesa me enseno por varios años que el mundo era mas grande de lo que pensaba y que estaba tambien estaba lleno de temperaturas, de personas, de acentos, de vacas, de guanabanas, de totumas, de leche y de agua subterranea. Me mude entonces multiples veces a lugares totalmente diferentes a lo que yo conocia, implicando cambios radicales, adaptaciones obligatorias, desprendimientos constantes… un constante dejar. Nunca regrese a vivir a Jardin, por diferentes circunstancias, pero para mi siempre ha sido mi lugar fundador, del cual tuve que aprender a desprenderme sin que fuera mi decision.La estabilidad transformada en vaiven, la evocacion constante de dichos lugares habitados, las experiencias alli vividas, las imagenes de las que fui parte y de las que soy parte, todas las reminiscencias de lo que fue y que ya no es, de lo que deje, la busqueda mental de una felicidad perdida, transformada pero no olvidada y los rasgos que quedan de esa tranquilidad quebrada son las indagaciones que me interesan abordar, una busqueda constante por la reconciliacion con todas estas sensaciones producidas y generadas por unas circunstancias que se debaten entre arraigo y desarraigo. La propuesta pues procura generar acercamientos a ese mundo que no fue, que pudo ser y que si existio, la pregunta constante por lugares, personas, sensaciones que se alojan en un pasado-presente que hace parte de mi. La nostalgia latente que invade constantemente el cuerpo en relacion a lo que se deja, lugares que viven constantemente en la memoria.